domingo, 16 de junio de 2013

una nueva normalidad

Estamos a mitad de junio, llega el verano a ráfagas, antes de que vuelva otra vez el fresquito, porque no sé si será la norma de este año. Lo cierto que estos dias de calor hemos aprovechado para recuperar nuestras andanzas campestres familiares. Después de los meses de parón por la operación del ojo y el descanso obligatorio, vuelvo a una nueva normalidad, a hacer las cosas que me gustan, con las personas que quiero. Me noto todavía bajo de forma para lo que yo era, más pesado, me molestan las articulaciones después de un pateo o una carrerita. Sé por experiencia que esto me pasa después de un periodo de parón. Tampoco quiero olvidarme que ahora mi cuerpo ha cambiado y he de fijarme especialmente como me va el ojo, porque parece que nunca hubiera pasado nada, aunque se haya recuperado estupendamente. Y deseo acompañar el proceso de crecimiento de Antonia y los líos cotidianos de Patri y míos. Con todo, estoy disfrutando con renovada ilusión estos paseos a lugares mágicos y muy conocidos


mirador de la gitana en Cotos

Ayer tarde decidimos subir al puerto de Cotos para pasear hasta la laguna de Peñalara. El día había sido caluroso por la sierra y necesitabamos descansar el cuerpo del ajetreo de la semana, mover las piernas y aligerar la cabeza. Hacía mucho tiempo que no íbamos en compañía por estos parajes y queríamos que Antonia los conociera, además de ir probando la mochila para el pateo a la pradera del Yelmo de hoy.

camino a la laguna con la Cabezas de Hierro al fondo

cabras montesas pastando en la hoya de la laguna

laguna de peñalara
Al término de la excursión,  cenamos en la fuente del puerto de Cotos después del pateo de la laguna y viendo como las luces se apagaban sobre las cumbres que nos rodeaban: la Cuerda Larga, Siete picos, Montón de trigo. La cucucha se lo ha pasado genial montanda en su mochila oteando el paisaje, viendo horizontes nuevos, olores de aire fresco y piornos en flor, vacas y cabras en las alturas. Y nos damos cuenta de la nueva normalidad que se abre en la vida.

mirador en la Pedriza
El día anterior, al anochecer del viernes, fuimos a cenar a la pedriza, para estrenar la mochila, y disfrutar del atardecer en el horizonte pedricero. Subimos hacia los bancos de piedra desde el collado de quebrantaherraduras, un paseito corto y con buenas vistas

de cena por los bancos de piedra
Y buscamos una terraza con vistas al circo de la pedriza y mientras dábamos buena cuenta de las viandas (pan con paté mejicano, arroz con verduras y cerveza con limón) la luz se apagaba sobre las crestas de roca y la cuerda larga. El silencio de la noche se nos echaba encima y disfrutamos del agradable tacto de la brisa en nuestros cuerpos.

2 comentarios:

  1. ... Antonia ¡bajo palio!!! lo flipo! esa mochila... en mis tiempos le ponía un gorrito y a tirar millas!!! (está documentado)
    Besos, se os ve felices!
    Piedra.

    ResponderEliminar
  2. Querido Pepe:
    Me alegro muchísimo de que por fin estés recuperado y te sientas con energía para volver a la vida cotidiana. Me encanta veros con Antonia por el monte! Dale muchos besitos a Patri y pasad un buen verano. Y si venís por Málaga, llamadme, please!
    Un besazo. Laura

    ResponderEliminar