viernes, 14 de septiembre de 2012

caminando los Pirineos: Posets

llegando a Posets

El segundo día, sábado, madrugamos un poco más y pudimos salir hacia las nueve de la mañana del aparcamiento del valle de Eriste. Ahora sí nos adentramos en un cañón boscoso y escarpado de camino al remozado refugio Orús. La última vez que pasé por aqui era invierno y no llegaba a los treinta. Javitxu tirando de liebre me llevaba rapidito y yo voy absorto con el deleite de la belleza del bosque y la montaña. Pasamos el refugio en hora y media y continuamos la ascensión por caminos entre praderas y granitos aborregados por el hielo ancestral. Me paro en la contemplación de una marmota que se quedó tan quieta como yo y ahí estuvimos un rato, mientras mi hermano se alejaba en su encuentro con la cumbre, donde me estaba esperando. Mientras iba ascendiendo descubría otros lugares conocidos, picos, valles, ibones, etc que se alzaban a mi alrededor.

cumbre del Posets
Llegamos a la cumbre del Posets (3375 m, segunda altura pirenaica) hacia la una y media, después de unas cuatro horas y media de pateo casi sin parar, sudando y entusiasmado del paisaje y los recuerdos de otras ascensiones: dos invernales, por este mismo lugar, que casi no reconozco, y por la vertiente de Viadós, también con Javi. Hay mucha gente que nos hemos encontrado por el camino, ya de bajada, y aún queda algunos hombres y mujeres montañeras en la cumbre. Nos abrazamos Javi y yo, y me abrigo, que arriba sopla el viento y hace fresco. Disfrutamos de la fruta que hemos traido, una manzana y un melocotón, como si fueran manjares divinos. Y me deleito en la contemplación, a simple vista, con los prismáticos, hasta quedarme solo. Javi ya ha partido hace un rato y aún sigo disfrutando. Luego bajo de nuevo a toda leche y nos encontramos en el arroyo, me espera con el lomo y el jamon cortado, yo añado el pan. Empieza a chispear y tiramos para abajo, recorriendo el camino conocido. A las cinco y poco estamos en el río metidos en sus gélidas aguas y después estirando, hasta que llega un joven corredor catalán, nos pide agua y charlamos un buen rato. Vuelve a llover con intensidad y nos vamos para Benasque, donde disfrutamos del tormentón. Que bonito ver llover así! Un cafetito y un bollo nos recorfortan. Nos vamos a un techado conocido de la zona de acampada de Senarta, en el inicio del valle de Ballivierna, el pico que subiremos el domingo. Mientras se hace la cena, unos pocos estiramientos más complementados con una cerveza y unos picoteos. Charlamos de la vida, las vivencias del día, de mañana...tranquilamente. Para de llover a las 11 y salen las estrellas. Nos vamos a descansar, que la próxima caminata nos espera.

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