martes, 11 de octubre de 2011

caminando donde habita el oso

charli y yo en la espesura del hayedo llegando al cordal

caminando de bajada el fondo del valle del hayedo
hayedo de Degaña por donde habita el oso

Ha sido una emoción indescriptible, todavía creo que es un sueño, aunque ha sido real: en esas escarpadas laderas de hayedo y matorral ví caminar un oso en el atardecer del domingo. Andoni nos llevó el dia anterior a patear por un valle desconocido, incluso para él, y nos adentramos en sus profundidades hasta casi lo alto del cordal, que no se veía por la niebla. Tampoco vimos el oso, como tantas otras veces que fuimos a buscarlo en su compañia, pero se tropezó con dos urogallinas volando asustadas de su presencia. Los demás (Javi, Charli, Virginia, Angel y yo) seguiamos a duras penas detras de él por las empinadas laderas de prados y sotobosque a través, disfrutando de la espectacular belleza del hayedo otoñal y el silencio del bosque, apenas roto por nuestras voces en charlas interminables. Después de seis horas de caminata, nos acercamos a unos miradores donde el año pasado vieron el oso Itzi y Andoni, al otro lado del barranco. Fue el domingo, despues de otro paseo matutino por un castañar cercano a Cangas, cuando nos volvimos a acercar con todo el equipo, prismáticos y teleobjetivos, cargados de ilusión y paciencia. Una hora de observación y los ojos nos brillaban de cansancio revisando todos los rincones de la ladera de enfrente y maravillandonos de su belleza con el sonido del rio allá abajo. Y allí apareció, como una sombra ladera abajo. Nos avisó Charli supernervioso y vimos todos su figura fugaz que se esfumó hacia detrás de unas rocas. Seguimos buscando con la emoción a flor de piel y al rato lo volvió a encontrar Javi subiendo unas peñas y escondiéndose detras de unas hayas. Y más tarde, trepando por otras rocas y desapareciendo definitivamente hacia otro lado ayudado con la oscuridad que empezada a ocultar todo. Nos quedamos con la emoción compartida: por fin hemos visto el oso. Tras caminar muchas horas de varios dias en épocas diferentes, de ver pisadas en la nieve y en el barro, relatos de avistamientos e incluso fotos, ya tengo su presencia viva en mi cabeza. Esa maravillosa y salvaje montaña, preciosa en invierno con nieve, verdísima en primavera y verano; y de los colores del otoño, ya tiene el aliento de los osos que la habitan.

2 comentarios:

  1. ¡qué maravilla!que regalo tan estupendo, para un grupo tan estupendo...me alegro un monton..lindos.

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