jueves, 13 de octubre de 2011

encuentro invernal con el oso en Cangas de Narcea

Andoni señala el rastro de las huellas
huella de oso en la nieve

el valle que veniamos subiendo

Un dia del invierno del año pasado nos metemos de pateo en un solitario valle del concejo de Cangas de Narcea. Nos lleva Andoni a Carlos, Angel y a mí. Nos va contando que por esta zona deambulan los osos, ya a punto de despertar del letargo invernal; vamos atentos a todo, como de costumbre. Hemos salido de un pequeño pueblo hacia un collado con intención de subir a un monte, aunque el dia está con niebla en las alturas. Pasando los prados de los paisanos y por el camino entre escobas encontramos cagadas de lobo y lo que parecen huellas en el barro. Primeras emociones. Seguimos subiendo por un camino nevado cuando se sobresalta Andoni, ha encontrado unas enormes huellas de oso recientes que lo cruzan. Lo que en principio es sorpresa y emoción, se torna enseguida en preocupación. Apenas hace un rato que ha cruzado, es un oso muy grande y estará hambriento después de todo el invierno. Un encuentro puede resultar desagradable si le sorprendemos. Comprobamos la dirección que ha seguido, ha cruzado el rio y continuado por la ladera de enfrente, sacamos los prismáticos de la mochila y empezamos la busqueda. Sólo encontramos unas huellas en un claro más arriba que desaparecen en la espesura del hayedo nevado y desnudo de hojas. Hay niebla a ratos y puede haberse encamado debajo de cualquier matorral o árbol. Seguimos el camino hacia el collado por la otra vertiente hablando a gritos, haciendo ruido para evitar un posible encuentro; y con la ilusión de verle moverse en la otra ladera, con el corazón latiéndome más fuerte de lo normal. Llegamos al collado, la niebla es espesa y la ventisca arrecia. Decidimos bajarnos por el mismo camino hasta el pueblo. 
Esta experiencia es de hace un año, cuando ví por primera vez un rastro claro de oso en su medio natural salvaje; y he sentido de verdad que caminaba por donde habitaba el oso. Me emociono de haberlo vivido. Me encantan las montañas y si tienen estas presencias animales vivas en libertad me gustan mucho más. Así siento que están vivas en realidad.

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