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charli y yo en la espesura del hayedo llegando al cordal
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caminando de bajada el fondo del valle del hayedo
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hayedo de Degaña por donde habita el oso |
Ha sido una emoción indescriptible, todavía creo que es un sueño, aunque ha sido real: en esas escarpadas laderas de hayedo y matorral ví caminar un oso en el atardecer del domingo. Andoni nos llevó el dia anterior a patear por un valle desconocido, incluso para él, y nos adentramos en sus profundidades hasta casi lo alto del cordal, que no se veía por la niebla. Tampoco vimos el oso, como tantas otras veces que fuimos a buscarlo en su compañia, pero se tropezó con dos urogallinas volando asustadas de su presencia. Los demás (Javi, Charli, Virginia, Angel y yo) seguiamos a duras penas detras de él por las empinadas laderas de prados y sotobosque a través, disfrutando de la espectacular belleza del hayedo otoñal y el silencio del bosque, apenas roto por nuestras voces en charlas interminables. Después de seis horas de caminata, nos acercamos a unos miradores donde el año pasado vieron el oso Itzi y Andoni, al otro lado del barranco. Fue el domingo, despues de otro paseo matutino por un castañar cercano a Cangas, cuando nos volvimos a acercar con todo el equipo, prismáticos y teleobjetivos, cargados de ilusión y paciencia. Una hora de observación y los ojos nos brillaban de cansancio revisando todos los rincones de la ladera de enfrente y maravillandonos de su belleza con el sonido del rio allá abajo. Y allí apareció, como una sombra ladera abajo. Nos avisó Charli supernervioso y vimos todos su figura fugaz que se esfumó hacia detrás de unas rocas. Seguimos buscando con la emoción a flor de piel y al rato lo volvió a encontrar Javi subiendo unas peñas y escondiéndose detras de unas hayas. Y más tarde, trepando por otras rocas y desapareciendo definitivamente hacia otro lado ayudado con la oscuridad que empezada a ocultar todo. Nos quedamos con la emoción compartida: por fin hemos visto el oso. Tras caminar muchas horas de varios dias en épocas diferentes, de ver pisadas en la nieve y en el barro, relatos de avistamientos e incluso fotos, ya tengo su presencia viva en mi cabeza. Esa maravillosa y salvaje montaña, preciosa en invierno con nieve, verdísima en primavera y verano; y de los colores del otoño, ya tiene el aliento de los osos que la habitan.
¡qué emocionante!
ResponderEliminar¡qué maravilla!que regalo tan estupendo, para un grupo tan estupendo...me alegro un monton..lindos.
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