viernes, 28 de octubre de 2011

Amo las montañas

La Pedriza (la Esfinge)
"5 de junio

Desde las entrañas de la ciudad miro hacia Mi Montaña, que se esconde en el horizonte detrás de la turbidez de la atmósfera. ¿Por qué acudo a Ella?, me pregunto. La respuesta me la da el aire vacío que, a un milimetro de mi piel, calla. Subo para poder estar allí y no tener que bajar.
Amo las montañas. Vivo enamorada del aire libre, las cimas desiertas de roca desnuda, los bosques, los ríos de los valles, el aire que llena el vacío entre cumbres, la lluvia, la nieve, la luz que atraviesa bosques y arde sobre las rocas, el viento, las nubes. Adoro convertirme en un animal salvaje: recorrer montañas subiendo y bajando, trepando, disfrutando del cansancio y del frío; permitir que me salgan pezuñas y plumas y que se me olvide hablar; alimentarme de flores y musgos; descalzarme sobre la hierba; despertarme en plena noche al aire libre y cubierta de rocío; caminar a cuatro patas y con el pelo enmarañado, y bañarme en ríos y charcas; ensuciarme los pies y las manos de tierra; dejar de pensar y ser arrastrada por un instinto involuntario y primitivo que me empuja a subir, subir, subir."
Mi montaña. Eider Elizegi. Ed. Desnivel

Este libro cayó en mis manos inesperadamente, de unas manos de mujer, que venian de otra mujer que se lo había pasado directamente esta mujer Vagamontañas, que ama las montañas, como yo. Me cautivó su vivencia personal, impregnada de lo más íntimo, de su trabajo como guardesa en el refugio Gouter, el más alto en la subida normal al Mont Blanc, por donde un día de verano de hace unos años yo también pasé camino de su cima.

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