domingo, 4 de noviembre de 2012

lágrimas

suflé de chocolate

 "Pero cuando Elisabeth abrió la puerta y vi su cara de sorpresa, rompí a llorar. No recordaba haber llorado nunca y aquellas lágrimas eran como una traición a mi ira. Me abofeteé las húmedas mejillas. El dolor de las bofetadas me hizo llorar aún más.
Elisabeth no me preguntó por qué lloraba; se limitó  hacerme entrar en la cocina. Se sentó en una silla y me atrajo con torpeza hacia su regazo. Faltaba poco para que yo cumpliera diez años. Era demasiado mayor para sentarme en su regazo, demasiado mayor para que me abrazaran y me consolaran. También era demasiado mayor para que me devolvieran. De pronto, sentí pánico de que me llevaran a otro lugar tutelado y, al mismo tiempo, sorpresa de que la táctica de Meredith hubiera funcionado. Hundí la cara en el cuello de Elisabeth y seguí sollozando. Ella me abrazaba. Esperé a que me dijera que me calmara, pero no lo hizo.
Pasaban los minutos. Sonó el reloj automático de la cocina, pero Elisabeth no se movió. Cuando por fin levanté la cabeza, la cocina olía a chocolate. Elisabeth había preparado un suflé para celebrar que había cambiado el tiempo y desprendía un aroma intenso y dulce. Me enjugué las lágrimas en la blusa de Elisabeth y me incorporé para mirarla. Cuando nuestras miradas se encontraron, ví que ella también lloraba. Las lágrimas se quedaban un momento colgando del borde de su mentón y luego caían. 
-Te quiero -dijo Elisabeth, y yo rompí a llorar de nuevo.
En el horno, el suflé de chocolate empezó a quemarse."

El lenguaje de las flores. Vanessa Diffenbaugh

Patri también se ha reenganchado a este libro mientras el tiempo se distorsiona en nuestro día a día. Volvemos a leer juntos algunas partes, que ahora tienen más matices y otros significados.

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