jueves, 6 de octubre de 2011

la devoción que siento por la vida

migraciones de aves

"La despedida del anfitrión

Cuando en mi calidad de anfitrión me paro a pensar en todo este peregrinaje en el que tan agradecido estoy de haber participado, mi primera y abrumadora reacción es de asombro: no sólo ante el espectácular derroche de detalles que hemos presenciado, sino también ante la mera existencia de semejantes detalles, ya sea en éste o en cualquier otro planeta. El universo podría haber continuado perfectamente sin vida ni mayores complicaciones: solamente física y química, apenas el polvo disperso por la explosión cósmica que dio origen al espacio y al tiempo. El hecho de que no haya sido así, el hecho de que la vida surgiese literalmente de la nada, es tan asombroso que sería absurdo ponerse a buscar palabras que le hiciesen justicia. Y eso no es todo. La evolución no sólo tuvo lugar, sino que terminó dando origen a seres capaces de comprender el proceso evolutivo, e incluso de comprender el proceso mediante el cual lo comprenden.
Esta peregrinación ha sido un viaje no sólo en el sentido literal, sino en el sentido contracultural que conocí de joven, en la California de los años sesenta. En comparación, el alucinógeno más potente que a la sazón se vendiese en las calles del barrio hippie de San Francisco resultaría insulso. Si lo que uno busca son prodigios, el mundo real está lleno de ellos. Sin necesidad de alejarnos de las páginas de este libro, pensemos en el cinturón de Venus, en las medusas migratorias y sus arpones en miniatura, en el radar del ornitorrinco y de los peces eléctricos, en las larvas de tábano que parecen prever las grietas del barro, en las secuoyas, en el pavo real, en las estrellas de mar con su potente sistema hidraúlico, en los cíclidos del lago Victoria que han evolucionado ¿cuántos órdenes de magnitud más rápido que Lingula, Limulus o Latimeria? No es el orgullo que siento por este libro, sino la devoción que siento por la vida la que me lleva a decirle al lector que, si desea una justificación para ésta, abra el libro por una página cualquiera. Y reflexione sobre el hecho de que, aunque esté escrito desde un punto de vista humano, se podría haber escrito otro volumen paralelo desde el punto de vista de cualquiera de los diez millones de peregrinos. La vida en este planeta no sólo es asombrosa y más que satisfactoria para cualquier observador que no tenga los sentidos embotados por la familiaridad, sino que el mero hecho de que hayamos desarrollado la capacidad de entender nuestra propia génesis evolutiva es si cabe mayor motivo de asombro y satisfacción.
La palabra peregrinación implica piedad y reverencia. No he tenido ocasión en estas páginas de mencionar la irritación que me provoca la piedad tradicional ni el desprecio que siento por la reverencia cuando tiene por objeto algo sobrenatural, pero son sentimientos que no escondo. No es que quiera poner límites o cortapisas al ejercicio de la reverencia, ni que pretenda minimizarla ni rebajarla cuando es sincera y nos lleva alabar las excelencias de un uuniverso que hemos sabido entender. Si dijese que "todo lo contrario", me quedaría corto, pues lo que precisamente critico de las creencias sobrenaturales es que fracasen de manera tan estrepitosa a la hora de hacer justicia a la sublime grandeza del mundo real. Me opongo a ellas porque representan una limitación de la realidad, unu empobrecimiento de todo cuanto la naturaleza nos ofrece.
Creo que muchas de las personas que se consideran religiosas estarían de acuerdo conmigo. En atención a ellas, citaré textualmente un comentario que oí por casualidad en una conferencia científica y que se ha convertido en una de mis observaciones favoritas. Un anciano y distinguido biólogo llevaba un buen rato discutiendo con un colega. Cuando por fin concluyó la disputa, le guiñó un ojo y le dijo: "Mira, en realidad queremos decir lo mismo, lo único que pasa es que tú lo dices mal".
Me siento como si de veras volviese de una peregrinación."

El cuento del antepasado.
Un viaje a los albores de la evolución. pp 804-806
Richard Dawkins

Me terminé ya este fascinante libro. Para mi tambien ha sido un viaje, una peregrinación científica y diría que vital por cuanto que me ha hecho pensar, sentir, dialogar con lo que me transmite. Quizá mi formación  científica-biológica y humanística-educadora me permite ver a las científicas y científicos como artistas. Creo necesario un diálogo entre quienes sentimos devoción por la vida para darle sentido a la nuestra y entendernos mejor.

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