lunes, 19 de septiembre de 2011

el cuento de Eva

mitocondria humana

"Hay una significativa diferencia entre árboles genealógicos de genes y árboles genealógicos de personas. A diferencia de las personas, que tenemos dos padres, los genes sólo tienen uno. Cada uno de nuestros genes procede o bien de nuestro padre o de nuestra madre, de uno y solamente uno de nuestros cuatro abuelos, de uno y solamente uno de nuestros bisabuelos, y así sucesivamente. En la genealogía humana convencional, sin embargo, todo individuo desciende por igual de dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, etcétera. Esto significa que "una genealogia de personas" está mucho más mezclada que una "genealogía de genes". En cierto sentido, un gen recorre un único sendero dentro del laberinto de caminos que se entrecruzan en el árbol genealógico de una familia. Los apellidos se comportan como genes, no como personas. Escogen una ruta muy precisa que atraviesa todo el árbol y pone de manifiesto la ascendencia masculina.
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Como  ocurre con el primer apellido, el cromosoma Y (su fragmento no recombinado) se transmite únicamente por vía masculina. Junto con otros pocos genes, el cromosoma Y contiene el material genético que activa el patrón de desarrollo masculino, en lugar del femenino, del desarrollo embrionario. El ADN mitocondrial, en cambio, se transmite exclusivamente por via femenina (aunque en este caso no es el responsable de que el embrión se desarrolle como hembra: los machos también tienen mitocondrias, solo que no las transmiten). Como veremos en el Gran Encuentro Histórico, las mitocondrias son corpúsculos diminutos presentes en el interior de las células, vestigios de bacterias en su día libres que, hace probablemente unos 2.000 millones de años, se establecieron definitivamente en el interior de las células, donde han venido reproduciéndose asexualmente, por simple escisión, desde entonces. Han perdido muchas de sus cualidades bacterianas y la mayor parte de su ADN, pero conservan lo suficiente como para ser de utilidad a los genetistas. Las mitocondrias, de hecho, constituyen una línea independiente de reproducción genética dentro de nuestros cuerpos, sin conexión con la principal línea nuclear que solemos identificar como nuestros genes.
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Hoy en día la distribución de genes de cromosomas Y de los vikingos demuestra que viajaron un poco más que otros genes vikingos, los cuales, estadísticamente hablando, preferían la huerta familiar a la mar funesta y gris.

¿Qué mujer es ésa que abandonas
junto con el hogar y la hacienda
para hacerte a la mar funesta y gris?

RUDYARD KIPLING.
Canción para arpa de las mujeres danesas

El ADN mitocondrial también es útil para la investigación, sobre todo de modelos antiguos. Si comparásemos el ADN del lector con el mío, podríamos determinar cuánto hace que compartieron una mitocondria ancestral. Y como todos recibimos nuestras mitocondrias de nuestras madres, y, por consiguiente, de nuestras abuelas, bisabuelas, tatarabuelas, etc. maternas, la comparación de nuestras mitocondrias nos diría cuando vivió nuestra antepasado común más reciente. Se puede hacer lo mismo con los cromosomas Y para averiguar cuándo vivió nuestra antepasado común más reciente por parte de padre, pero, por razones técnicas, no es tan sencillo. Lo bueno de los cromosomas Y y del ADN mitocondrial es que ninguno de los dos está contaminado por la mezcha de sexos. Esto facilita la búsqueda de esos antepasados concretos.
El ACMR mitocondrial de toda la humanidad, que señala el antepasado común (no génico sino de carne y hueso) por la línea femenina, a veces recibe el nombre de Eva mitocondrial, la protagonista de este cuento. Naturalmente, el equivalente en la línea masculina podría llamarse perfectamente Adan cromosoma Y. Todos los varones tenemos el cromosoma Y de Adán (se ruega a los creacionistas no saquen esta frase de contexto). Si los apellidos siempre se hubiesen heredado según la regla de la mayoría de los paises occidentales, todos tendríamos también el apellido de Adán, en cuyo caso no tendría mucho sentido usar el apellido.
Eva siempre tienta al error y más vale estar prevenido. Los errores son bastante instructivos. En primer lugar, es importante entender que Adán y Eva sólo son dos de los muchos ACMRs que podríamos alcanzar si recorriéramos diferentes líneas genealógicas. Son los antepasados comunes especiales que alcanzamos si ascendemos por el árbol genealógico de madre en madre y de padre en padre, respectivamente. Pero existen muchas, muchísimas otras maneras de recorrer una genealogía: de madre en padre en padre en madre, de madre en padre en padre, etcétera. Cada uno de estos recorridos posibles nos depararía un ACMR distinto.
En segundo lugar, Eva y Adán no fueron pareja. Sería una enorme coincidencia que hubiesen llegado siquiera a conocerse, es perfectamente posible que los separasen decenas de miles de años. Además, existen otros motivos para creer que Eva vivió antes que Adán...De hecho, según los cálculos de reloj molecular más fiables, Eva vivió hace unos 140.000 años y Adán hace tan solo 60.000.
En tercer lugar, Adán y Eva son títulos honoríficos de ACMR que mudan de depositario, no los nombres de dos individuos concretos. Si mañana muriese el último miembro de una tribu remota, en esta especie de carrera de relevos, el testigo de Adán, o el de Eva, podría avanzar de golpe varios milenios.
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En cuarto lugar, ni Adán ni Eva tenian nada que llamase particularmente la atención en su época. A diferencia de sus legendarios tocayos, Eva Mitocondrial y Adán Cromosoma Y no se encontraban precisamente solos. Los dos estaban muy acompañados, y bien pudieron tener un gran número de partenaires sexuales con los cuales engendraron una descendencia que tal vez esté representada incluso hoy. Lo único que los distingue del resto es que, con el tiempo, ambos han terminado generando una enorme prole, Adán por línea paterna y Eva por la materna. Pero entre sus contemporáneos tambien pudo haber otros individuos igual de prolíficos."

El cuento del antepasado. Richards Dawkins.pp 82-91

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